Amanece, un nuevo día nos da la oportunidad de vivir, eso significa sentir que puedes utilizar el tiempo para construir tu propia historia, dependiendo de si quieres sintonizar tu mente en la carencia o en la abundancia, tu día sumará o restará en tu cuaderno de bitácora.
Cuando nos sentimos decaídos, tristes, ansiosos, iracundos, es porque una parte de nosotros está sintonizando la emisora de la carencia, nos frustramos ante la sola idea de no obtener lo que deseamos, llámese tranquilidad, amor, dinero, salud, reconocimiento o perdón. Entonces nuestro cerebro entra en bucle, construye un programa que se llama, “descenso por la cascada”, no importa que podamos seguir teniendo amigos, un techo, que la gente te aprecie, que se preocupen por ti, que comas todos los días y que sigas viviendo; solo vemos el precipicio, el salto de agua y es entonces cuando te invade el miedo y la inseguridad, ¿Soy capaz de nadar? ¿Podré agarrarme a algo? ¿Soportaré la caída? ¿Saldré a flote? ¿Por qué a mí?
Hay momentos en nuestra vida que nuestro cerebro aprende a ver la abundancia, es cuando no importa lo que pierdas porque valoras cuando lo has tenido, no importa que alguien te rechace porque ves a mucha gente que te quiere, no importa la soledad porque tú eres tu mejor compañía, no importa que alguien te hiera porque has aprendido a curarte las heridas, ni siquiera te da miedo la muerte porque has vivido para darte cuenta que vida y muerte forman parte del mismo viaje y la una sin la otra no tendrían sentido. Es cuando en vez de “descender por la cascada” “disfrutas de poder darte un baño”
Cuando estés triste piensa que no puedes cambiar el pasado, pero puedes aprender de él.
Cuando tengas ansiedad ralentiza lo que estés haciendo, toma conciencia del aquí y ahora, pregúntate, si ese momento es tan malo, aprecia el momento, utiliza los 5 sentidos para aumentar la percepción de que sigues vivo, de que dentro de un tiempo se te habrá olvidado el motivo por el que tenias ansiedad y de que no puedes saber que ocurrirá mañana, ni el mes que viene, ni el año que viene, pero si puedes abrirte a vivir intensamente el ahora.
Si te enfadas, te inunda la rabia y la frustración pregúntate en que te beneficia esa emoción, si te permite conseguir un objetivo, dosifícala, pero si solo te causa sufrimiento a ti y a los demás renuncia a ella, no la necesitas, tú vales más que el hecho de que consigas algo por la fuerza a costa de que los demás te vean como un gruñón o un cascarrabias.
Cuando te levantes por la mañana, antes de iniciar el día pregúntate en que emisora quieres sintonizar tu mente, en la carencia o en la abundancia, es cuestión de saber elegir y aunque creas que son los demás los que sintonizan tu emisora, no es cierto, tú eres el que mueve el dial y si algo te lo altera, puedes volver a sintonizarlo.
¿Y TÚ QUE OPINAS?
Jordi Sánchez