LA PACIENCIA

Siempre se ha dicho que la paciencia es una gran virtud, en la antigua Grecia era una cualidad indispensable para formar parte del senado y tomar decisiones justas. La filosofía oriental, el budismo Zen, asume la paciencia como camino para llegar a la sabiduría y la espiritualidad. Curiosamente la palabra paciencia viene del latín, cuya raíz, <pati> significa “sufrir”. En cierto modo es un sufrimiento sabio, ya que es sufrir momentáneamente al contener el impulso para obtener un premio mayor con la espera, es sembrar y regar pacientemente hasta que salga el fruto.

La paciencia como capacidad de soportar o manejar situaciones adversas que nos podrían alterar, supone una herramienta para regular nuestras emociones. ¿Cuántas veces nos hemos dejado llevar por una emoción intensa, hemos actuado impulsivamente y luego nos hemos arrepentido porque hemos tenido consecuencias negativas? Si tienes algún familiar o conocido con TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad), sabrás de lo que te hablo, las personas que tienen este trastorno de conducta son impulsivas y les cuesta muchísimo reflexionar y prever las consecuencias, “primero actúo y luego ya veremos” se ven abocados a buscar la satisfacción inmediata de sus impulsos sin pensar en las consecuencias.

Experimento de Walter Mischel en la universidad de Stanford:

A finales de 1960 Mischel llevó a cabo el experimento denominado “el Marshmallow Test”. La muestra estaba compuesta por 16 niños de la nursería de la universidad, con una media de edad de 4 años.

A cada niño, estando en solitario frente a una mesa llena de bollería y dulces, se le decía que esperara a que entrara una persona a hablar con él y que no tardaría más de 15 minutos. Se le ofrecía la oportunidad de coger una de las cosas que había en la mesa, pero se le decía que, si se esperaba a que llegará la persona que tenía que venir, sin coger nada, luego podría coger dos en lugar de una. Mientras pasaban los 15 minutos se observaba la conducta de los niños sin que ellos lo supieran.

Lo interesante de este estudio es que se hizo un seguimiento de 40 años a los niños del estudio. La conclusión fue que los niños que fueron capaces de postergar la satisfacción inmediata para obtener un premio mayor, habían tenido más éxito en la vida y una conducta más competente a nivel familiar y profesional. Los niños más pacientes tenían una vida más feliz.

La paciencia no es dejar correr las cosas sin implicarse, ni conformarse; es actuar con serenidad, evaluando los pros y los contras, anteponiendo el sentido común, balanceando las emociones con la razón, sin angustiarse en exceso y anticipando el beneficio de la espera.

La paciencia está muy ligada al autocontrol, mantener la calma a pesar de la tempestad, mente fría, evitar la tentación, y los impulsos del “Ello” como diría Freud o del “niño caprichoso”, según Berne.

A medida que la sociedad evoluciona con la tecnología y la posibilidad de tener multitud de elecciones de respuesta, se hace más necesaria la paciencia, pero paradójicamente todo nos lleva a tener menos. El teléfono móvil y sus inmensas posibilidades permiten obtener casi de todo con un solo clic. Los niños y adolescentes que han crecido con el móvil tienen una fuerte dependencia del refuerzo inmediato, sólo tienen que abrir una aplicación y darle un clic a la pantalla para obtenerlo. Si quieres ver a un adolescente enfadado solo es necesario quitarle el móvil durante unas horas. Esos niños y adolescentes tienen mucha probabilidad de convertirse en personas impulsivas, frustradas y dependientes que les entorpecerá la relación social con el resto de su comunidad, el desarrollo personal y profesional y por consecuencia dificultará que sean felices, al menos no la felicidad que sería deseable como rasgo estable y no dependiente de la satisfacción inmediata.

Claves para fomentar la paciencia

  • Busca el equilibrio entre deseo y lo que te conviene, no todo lo que deseas te conviene y no todo lo que te conviene tienes que desearlo.
  • Piensa en los beneficios de esperar, acuérdate de la técnica del 10, que te describí en un capítulo anterior.
  • Piensa como actuaría en la situación que te inquieta alguno de los personajes que la historia nos ha ofrecido y que han destacado por su calma, su paz y serenidad: el Dalai Lama, Buda, Jesucristo, Mahoma o Mary Poppins si lo prefieres.
  • Analiza cómo has actuado en el pasado en situaciones parecidas, qué resultados obtuviste y como te sentiste después. “Rectificar es de sabios”.
  • ¿Quieres ser responsable o un irresponsable? La persona responsable, se informa, escucha, analiza, se pone en el lugar del otro, calcula los resultados de diferentes opciones y luego actúa, eso lleva “tiempo”.
  • Dedica más tiempo para hablar contigo mismo/a, busca aquietar los pensamientos que te llevan a ir siempre corriendo, sustitúyelos por calma, y paz interior.
  • Busca cada día 15 minutos para hacer una meditación, una visualización guiada, relajación o autohipnosis.

Extraído del libro: el poder está en tu interior.

Autor: Jordi Sánchez Marín

Walter Mischel (Viena22 de febrero de 193012 de septiembre de 2018) fue un importante psicólogo austriaco que estudió la personalidad. Se afincó en Estados Unidos, donde fue profesor de la Universidad de Columbia desde 1983, si bien antes había sido profesor en la Universidad de Stanford.

Jordi Sánchez

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